domingo, 1 de abril de 2007

La frecuencia de un marcapasos

En los primeros marcapasos, la frecuencia era fija, 70 impulsos por minuto. La aparición de los transistores permitió que la frecuencia aunque fija, fuera programable, ya no tenía que ser forzosamente de 70, el médico podía programar otro valor, el marcapasos estimulaba al corazón, a la frecuencia que se consideraba más adecuada para cada paciente en particular, no obstante, la frecuencia cardiaca originada por el marcapasos no era en absoluto fisiológica.

Un corazón sano cambia de frecuencia, cambia sus latidos por minuto, en función de lo que estemos haciendo. Si estamos durmiendo, el corazón baja su frecuencia a unos 60 latidos por minuto. Si andamos sube a unos 90 o más, según el paso que llevemos. Estos cambios son posibles gracias a que el director del corazón, llamado Nódulo Sinusal, sabe lo que hace nuestro cuerpo, la cantidad de sangre que necesita nuestro organismo en todo momento y situación.

Para que un marcapasos pueda imitar en cambios de frecuencia, a un corazón sano, es preciso que el marcapasos tenga conocimiento de que hace nuestro cuerpo. Con esta finalidad se diseñaron los sensores.

Un sensor es un sistema electrónico, que permite al marcapasos saber si el paciente está en reposo o en actividad. Sabiendo esto, el marcapasos puede variar su frecuencia según el nivel de actividad que detecte. A más actividad, más frecuencia. A estos marcapasos se les denomina marcapasos de respuesta en frecuencia.

Los sensores disponibles en la actualidad, se pueden agrupar en dos tipos, de actividad y biológicos.



Actividad. Miden parámetros físicos. Son sensores que detectan las vibraciones que genera nuestro cuerpo cuando se mueve. Saben si estamos en reposo o si nos movemos y el grado de actividad física que estamos realizando.


Biológicos. Miden parámetros biológicos. Son sensores que saben las necesidades metabólicas de nuestro organismo. Estos sensores responden tanto a la actividad física como a la intelectual y a emociones. Existen dos tipos de sensores biológicos en el mercado, aunque hay otros en investigación.


Existe un sensor biológico que mide el número de respiraciones por minuto y la cantidad de aire de cada respiración, son sensores de volumen minuto respiratorio.

Otro sensor biológico es el de QT. QT es un intervalo cardíaco que corresponde al tiempo que pasa desde el final de la contracción del corazón hasta que el corazón queda totalmente relajado y listo para volver a contraerse. Es un periodo muy breve, de milésimas de segundo, pero al ser su duración directamente proporcional al nivel de adrenalina de nuestra sangre, nos ofrece una información muy precisa de la actividad metabólica que tiene nuestro cuerpo en ese preciso momento.

Para evitar muchos de estos artefactos se diseñaron los acelerómetros. Estos sensores de actividad responden aumentando la frecuencia del corazón, sólo si las vibraciones son antero - posteriores (las que presenta nuestro cuerpo al andar) o si aumentan de forma progresiva. En el ejemplo del autobús, el sensor detectará vibraciones verticales, de arriba abajo. Si nos zarandean, el sensor detectará unas vibraciones bruscas y aunque intensas no progresivas. En ambos casos, el sensor no aumentará o aumentará muy poco, la frecuencia del corazón.
Las vibraciones que genera un organismo con su movimiento, varían según nuestro físico y según como nos movemos. Para que este tipo de sensor indique la frecuencia cardiaca idónea para la actividad realizada, es preciso unos 30 días después de implantarlo, medir el grado de vibraciones de la persona a la que se le ha implantado y ajustar la frecuencia de respuesta de acuerdo con ellas.
Una mala programación puede originar taquicardias (aceleración excesiva del corazón) o una respuesta insuficiente del sensor. En ambas casos la persona que lo porta, puede tener síntomas, como palpitaciones o un cansancio desproporcionado para la actividad que está realizando.

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