domingo, 1 de abril de 2007

Varices en invierno

Las varices son venas del sistema venoso superficial que han perdido su elasticidad.

La dilatación de las varices depende de varios factores, entre ellos la temperatura ambiental.

El momento idóneo de tratar unas varices es cuando están lo menos dilatadas posible. El frío es pues un elemento beneficioso para el tratamiento de las varices y por tanto para la salud.

Las paredes de las venas son elásticas. Cuando aumenta el flujo de sangre se dilatan, al disminuir se contraen adaptándose a las necesidades.
Si las paredes de una vena se dilatan en exceso, cuando cede la presión, las paredes no son capaces de recuperar su calibre, quedan ligeramente dilatadas. Ha nacido una variz. Cada vez que se dilatan más de la cuenta quedan algo mayores de diámetro. La variz va creciendo en calibre y extensión.

Al no ser elásticas, la sangre fluye por las varices más lenta que por las venas sanas. El calibre aumentado de la vena y la lentitud del flujo hace que quepa mucha más sangre en ese vaso. Si sumamos todos los excesos de sangre contenida en cada una de las varices, vemos que la cantidad de sangre que tenemos en las piernas es mucho mayor que la que deberíamos tener. Esta sangre pesa, por ello tenemos un exceso de peso en las piernas que es la razón de las "piernas pesadas" en personas con varices.

A más dilatada está la variz, más sangre retenida y por ello más peso en las piernas. En verano las varices se dilatan por la temperatura ambiental, por ello las personas con varices sufren más en verano. En invierno es todo lo contrario.

Las varices solo se curan eliminándolas. Se pueden operar o esclerosar. Siempre que sea posible, lo mejor es esclerosar.

La esclerosis consiste en secar la variz. No la extirpamos, queda sin sangre, queda muerta. El cuerpo se encargará de reabsorberla.

A más grade sea la variz, más nos costará secarla. A más grande sea, mayor inflamación de la piel ocasionaremos al secarla. A mayor inflamación, mayor riesgo de que la piel quede pigmentada. Por todo ello, lo ideal es secar la variz cuando esté lo menos dilatada posible.

El frío ambiental del invierno reduce el calibre de la variz, es pues más fácil secarla, provocamos menor inflamación y hay menor riesgo de que quede pigmentada.

Si se tienen varices, en invierno es cuando se tiene que acudir al angiólogo aunque sea la época en que menos molestan.

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